Empezamos una serie de artículos contando la historia de las latas, lo que nos llevara directos hasta finales del siglo dieciocho:
La historia de la lata comenzó en 1795 cuando el gobierno francés, dirigido por Napoleón, ofreció un premio de 12,000 francos a cualquiera que pudiera inventar un método para preservar alimentos para su ejército y su armada.
La historia de las latas esta estrechamente unida al desarrollo de la civilización occidental, y su innovación es un motor de prosperidad en los Estados Unidos y Europa. Hace dos siglos, las primeras latas fueron diseñadas para mantener los poderes mundiales en sus misiones militares alrededor del mundo. En boomtown America, la lata fue clave para las grandes empresas y las fronteras más amplias. Hoy, la fabricación de latas es una gran motor económico; Las más de 130 mil millones de latas que los estadounidenses usan cada año han creado una industria de ocho mil millones de dólares, con 200 plantas de fabricación en 38 estados, que emplean a más de 35 mil empleados.
El mundo de las latas ha crecido tan rápido como la demanda del consumidor ha crecido; siempre adaptándose, innovando en diseños materiales y satisfaciendo, manteniendo las cualidades que proporcionan su valor inherente: protección y resistencia. Desde las latas de hojalata originales formadas a mano hasta los contenedores ligeros y completamente reciclables producidos mecánicamente hoy en día, la lata se conserva y perdura como ningún otro paquete disponible.
Además, la lata nos acerca productos a nuestros hogares, permitiéndonos disfrutar de cosas hechas en otro momento en otros lugares que de otro modo no podríamos disfrutar. Los alimentos exóticos y los productos fuera de temporada son algunas de las ventajas de lo que ahora tenemos a nuestro alcance. Los suministros de alimentos ayudan a los países del tercer mundo, el plasma sanguíneo rescata a los soldados heridos y una gran variedad de productos para el hogar se mantienen seguros en el hogar, gracias a la utilidad de la lata.
Debido a que hemos llegado a confiar tanto en la presencia y la familiaridad de los productos enlatados, casi imperceptiblemente presentes en cada parte de la vida, somos la “civilización de la lata”. La lata ha desempeñado un papel esencial en el nivel de vida que disfrutamos al hacer que los productos que queremos sean más baratos, más seguros, más fáciles, más disponibles y confiables. Nuestra salud y larga esperanza de vida se han beneficiado de los alimentos enlatados nutritivos; nuestra riqueza y productividad han aumentado a medida que las latas hacían que sus productos fueran más rentables y accesibles; y la innovación y mejora de los productos enlatados ha dejado más tiempo para la vida y el ocio.
La investigación y las mejoras continuas garantizan que la lata seguirá siendo el héroe de la vida contemporánea necesario pero desapercibido de manera constante y fiel.